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jueves, 12 de junio de 2008

Ndiougoub, el murciélago

Ayer Ange, que es un niño de 10 años, me contó un cuento bastante chulo, sobre el murciélago.

En el principio de los tiempos, o poco después, estaba cierto día el rey León en su selva y miró al oeste mientras atardecía. El sol se le antojó precioso, creyó que era de oro, y decidió que tenía que conquistarlo. Así que llamó a todos los animales voladores de la selva para encargarles que fuesen allá a traerle el oro.

Primero se lo dijo a la Mariposa, pero ella dijo que no podía volar tan lejos.

Después se lo dijo al cuervo, pero él dijo que estaba malo de la garganta y que no podía.

Después se lo dijo al águila, pero ella se negó.

Por último se lo dijo a Ndiougoub, el murciélago, que por entonces era pájaro de hermoso plumaje blanco y pico encarnado, y éste accedió. El rey le dio una carretilla para que trajese el oro, y un paraguas para que se protegiese del sol, y Ndiougoub emprendió el vuelo. Voló y voló hasta llegar al sol.

En el sol, las cosas no eran tan fáciles como Ndiougoub había creído. Se encontró con el rey Sol, que le preguntó quién era y a qué había venido. Ndiougoub le explicó que allá abajo había otro mundo, cuyo rey era el León, que le había mandado a buscar el oro del sol. El rey Sol se rió en su cara y, con la risa, como le salía fuego por los ojos, la boca y las orejas, carbonizó a Ndiougoub, que perdió las alas y el pico y quedó negro. Al verle tan maltrecho, el rey Sol se apiadó de él, y para que pudiese volver a su mundo, les encargó a sus súbditos que le construyesen unas alas con el paraguas que había traído; además, le dio también una máscara de perro, que era lo único que tenía a mano, para que tuviese una cara.

Ndiougoub volvió a la selva, pero negro, con alas de paraguas y cara de perro, nadie le reconocía. Él insistió en que era Ndiougoub y contó su historia, pero sus compañeros le tenían miedo. Todos tenían miedo de él, y por eso decidió que, para no asustar a nadie, se iría a vivir a la cueva, y sólo saldría por las noches.

Y por eso es que el murciélago tiene alas de paraguas, cara de perro, no tiene plumas, es negro, y vive de noche.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por el cuento, es precioso. Pienso utilizarlo el Domingo con unos chiquillos de , 4 y 3 años. Ya te contaré como reaccionan ante un cuento del Senegal.
Muchos besos querida madrina

Anónimo dijo...

Me gusta muchisimo ese murcielago transparente, que parece del mundo de las hadas.
Te acabo de dar un premio que me dieron a mi. No se de que van estas cosas. Supongo que es un modo de multiplicar y selccionar en este amplio mundo bloguero. Yo he querido decir que tu blog es muy bueno y que él y tu sois importantes para mi. Se llama Huellas 2008 . Parece una cadena pero ahi va todo mi cariño,