Hace tiempo, años de hecho, mi amigo Sergio, me envió por correo electrónico una interesante historia que me gustó mucho y me hizo pensar. Hace dos días, en una conversación con Macu y Alberto me acordé de ello y lo busqué para leérselo. Les gustó y me entraron ganas de compartirla también con mis lectores. Así que ahí voy.
En principio se supone que se trata de un experimento real, pero por más que busqué documentación en internet no encontré nada. Encontré la historia mil veces, en muchos idiomas, pero en ningún caso ponía quién había hecho el experimento o dónde, y desde luego no encontré ningún informe formal sobre el mismo. Así que posiblemente no sea rigurosamente cierto. Pero de todas maneras, es verosímil. Si queréis, en lugar de considerarlo una verdad lo podéis considerar una fábula o una parábola.
El experimento empezó encerrando 6 monos en una estancia cerrada, de cuyo techo colgaban un racimo de plátanos, a los que podían llegar por una escalera de tijera. Por supuesto, al ver los plátanos, alguno de los monos se subía a la escalera para intentar cogerlos, y cuando ocurría eso un chorro de agua fría rociaba a sus compañeros. Tras repetirse la circunstancia varias veces, los monos aprendían que si uno se subía a la escalera, los demás sufrían esta desagradable consecuencia y, para evitarlo, se lo impedían, agarrándolo y pegándole, de modo que todos llegaron a aprenderlo y dejaron de intentar subirse. En ese estado de cosas, los experimentadores decidieron dejar de irrigar a los monos que quedasen abajo cuando ocurriese eso. Además, cambiaron a uno de los monos, y el nuevo, al entrar y ver los plátanos colgados del techo, intentó subirse a la escalera para cogerlos. Los demás se lo impidieron apalizándolo en cada intento, hasta que aprendió. Luego sustituyeron a otro, y se repitió la historia, participando en los correctivos del último el que hasta entonces era el nuevo, y que nunca había sido rociado con agua fría. Cuando el segundo sustituido hubo aprendido, sustituyeron a un tercero de los del grupo inicial, quedando así tres que habían sufrido las duchas frías y tres que no; la historia se repitió exactamente igual. Y se volvió a repetir cuando sustituyeron al cuarto, al quinto y, finalmente, al sexto. Al final, ninguno de los monos había sufrido nunca el agua fría, pero todos castigaban cualquier intento de acceso a la escalera con furor. ¿Qué habría contestado uno de estos monos a la pregunta de por qué castigaban al que intentaba subir a la escalera?
Seguramente que siempre había sido así.
Pensad en ello, y el que quiera entender que entienda.
En principio se supone que se trata de un experimento real, pero por más que busqué documentación en internet no encontré nada. Encontré la historia mil veces, en muchos idiomas, pero en ningún caso ponía quién había hecho el experimento o dónde, y desde luego no encontré ningún informe formal sobre el mismo. Así que posiblemente no sea rigurosamente cierto. Pero de todas maneras, es verosímil. Si queréis, en lugar de considerarlo una verdad lo podéis considerar una fábula o una parábola.
El experimento empezó encerrando 6 monos en una estancia cerrada, de cuyo techo colgaban un racimo de plátanos, a los que podían llegar por una escalera de tijera. Por supuesto, al ver los plátanos, alguno de los monos se subía a la escalera para intentar cogerlos, y cuando ocurría eso un chorro de agua fría rociaba a sus compañeros. Tras repetirse la circunstancia varias veces, los monos aprendían que si uno se subía a la escalera, los demás sufrían esta desagradable consecuencia y, para evitarlo, se lo impedían, agarrándolo y pegándole, de modo que todos llegaron a aprenderlo y dejaron de intentar subirse. En ese estado de cosas, los experimentadores decidieron dejar de irrigar a los monos que quedasen abajo cuando ocurriese eso. Además, cambiaron a uno de los monos, y el nuevo, al entrar y ver los plátanos colgados del techo, intentó subirse a la escalera para cogerlos. Los demás se lo impidieron apalizándolo en cada intento, hasta que aprendió. Luego sustituyeron a otro, y se repitió la historia, participando en los correctivos del último el que hasta entonces era el nuevo, y que nunca había sido rociado con agua fría. Cuando el segundo sustituido hubo aprendido, sustituyeron a un tercero de los del grupo inicial, quedando así tres que habían sufrido las duchas frías y tres que no; la historia se repitió exactamente igual. Y se volvió a repetir cuando sustituyeron al cuarto, al quinto y, finalmente, al sexto. Al final, ninguno de los monos había sufrido nunca el agua fría, pero todos castigaban cualquier intento de acceso a la escalera con furor. ¿Qué habría contestado uno de estos monos a la pregunta de por qué castigaban al que intentaba subir a la escalera?
Seguramente que siempre había sido así.
Pensad en ello, y el que quiera entender que entienda.
1 comentario:
ya te digo, en un montón de trabajos pasa esto, es una pena!
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