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sábado, 28 de junio de 2008

El superpalo

Tengo una sensación de haber sido atracada que no os imagináis...


Me parece que me voy a abrir una cuenta en Suiza...

martes, 24 de junio de 2008

Me han operado de apendicitis

Jo, el sábado pasado, me refiero al de hace dos semanas, me acosté pensando que al día siguiente iba a escribir una entrada chula en el blog, tenía mil cosas que contar, muchas guays, y otras menos:

  • Macu se ha ido a España, sin fecha fija de vuelta.
  • Os queria haber hablado del teatro, todo se andará
  • Hicimos una fiesta guay con los niños del teatro
  • También hubo un concurso culinario
  • Y Perrine también se ha ido
  • Y conseguí librar de Windows Vista un Toshiba A200...


Bueno... muchas cosas... había más todavía, pero ahora no me vienen...

Pero el domingo me desperté temprano con dolor de barriga y acabé yendo al médico: apendicitis. Vaya susto. Me operaron el lunes, todo salió bien, y estoy de baja hasta lunes que viene, pero estoy sin internet, así que no esperéis que escriba mucho en breve. De momento, una fotito del día que me dieron el alta, con un vestidito, jeje, hacía años que no me ponía uno, y me sentía rara... pero es que es mejor para no lastimarse en los puntos.



Y también os iba a presentar a Irene y Jaume, que me acogieron en su casa para la convalecencia, para que no me deprimiese todo el día solita en la mia. Más lindos que son... pero estoy teniendo problemas para subir la foto, así que a ver si lo consigo mañana, u otro dí. De momento me voy a la cama, que hoy ha sido un día activo: le enseñé a hacer empanada a Albertine. Y quedó dpm ;)

jueves, 12 de junio de 2008

Ndiougoub, el murciélago

Ayer Ange, que es un niño de 10 años, me contó un cuento bastante chulo, sobre el murciélago.

En el principio de los tiempos, o poco después, estaba cierto día el rey León en su selva y miró al oeste mientras atardecía. El sol se le antojó precioso, creyó que era de oro, y decidió que tenía que conquistarlo. Así que llamó a todos los animales voladores de la selva para encargarles que fuesen allá a traerle el oro.

Primero se lo dijo a la Mariposa, pero ella dijo que no podía volar tan lejos.

Después se lo dijo al cuervo, pero él dijo que estaba malo de la garganta y que no podía.

Después se lo dijo al águila, pero ella se negó.

Por último se lo dijo a Ndiougoub, el murciélago, que por entonces era pájaro de hermoso plumaje blanco y pico encarnado, y éste accedió. El rey le dio una carretilla para que trajese el oro, y un paraguas para que se protegiese del sol, y Ndiougoub emprendió el vuelo. Voló y voló hasta llegar al sol.

En el sol, las cosas no eran tan fáciles como Ndiougoub había creído. Se encontró con el rey Sol, que le preguntó quién era y a qué había venido. Ndiougoub le explicó que allá abajo había otro mundo, cuyo rey era el León, que le había mandado a buscar el oro del sol. El rey Sol se rió en su cara y, con la risa, como le salía fuego por los ojos, la boca y las orejas, carbonizó a Ndiougoub, que perdió las alas y el pico y quedó negro. Al verle tan maltrecho, el rey Sol se apiadó de él, y para que pudiese volver a su mundo, les encargó a sus súbditos que le construyesen unas alas con el paraguas que había traído; además, le dio también una máscara de perro, que era lo único que tenía a mano, para que tuviese una cara.

Ndiougoub volvió a la selva, pero negro, con alas de paraguas y cara de perro, nadie le reconocía. Él insistió en que era Ndiougoub y contó su historia, pero sus compañeros le tenían miedo. Todos tenían miedo de él, y por eso decidió que, para no asustar a nadie, se iría a vivir a la cueva, y sólo saldría por las noches.

Y por eso es que el murciélago tiene alas de paraguas, cara de perro, no tiene plumas, es negro, y vive de noche.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

domingo, 8 de junio de 2008

Concierto de Youssou N'Dour

El viernes fuimos un grupo de españoles expatriados en Dakar a ver un concierto de Youssou N'Dour. Sandra, no tengas envidia, que es un sentimiento deleznable.

Fue un concierto raro, porque en realidad era la noche de los griots (no confundir con gritos, aunque gritar también gritaban), y él era estrella invitada, que hizo media docena de canciones y pista. Así que era en el teatro Sorano, que es lo más chic de todo Dakar, la gente vestida de gala y sentadita, que parecía aquello la entrega de los Óscar. Y por supuesto, nada de beber, comer o fumar en la sala. Era una sensación rara, porque este tipo de conciertos una los tiene irremediablemente asociados a campo abierto, andrajos, cerveza y porros (aunque yo no fume), y el ambiente de postureo como que me da una sensación un poco rara. Y encima me llamaron la atención por sacar fotos... cosas veredes...

A decir verdad, las españolas no estábamos tan peripuestas.


Pero bueno, me gustó bastante. No había visto nunca a Youssou N'Dour en vivo, ni siquiera era muy fan, más que nada por desconocimiento, que yo musicalmente soy muy poco innovadora, y me encantó por su energía y su alegría. Además tiene mérito que por lo visto el tío se dedica mucho a ayudar al prójimo con su fortuna. Así que seguramente antes o después me compraré algo original de él.

Los griots eran un taladro, la verdad, unas voces chillonas en unos amplis a todo trapo, y encima en wolof, que no entendía nada; una pena porque quizás las historias hasta estaban medio bien. Aparte, que fue muy raro porque en lugar de ir "de menos a más", en plan, primero el telonero, luego los griots, y al final Youssou N'Dour como colofón, lo hicieron al revés, así que desde que Youssou se fue, nos quedamos ahí esperando si volvía, aguantando los berridos de los griots, para nada. Un poco pinchazo, vaya, regusto agridulce.

Otra cosa que me dejó voladísima fue el espectáculo del dinero. Flipante. Los espectadores daban dinero todo el rato a los artistas, en un obsceno espectáculo de ostentación (a ojos de extranjera ignorante, claro). Como no entendía una palabra de lo que allí se hablaba, porque era todo el rato wolof, me queda la esperanza de que estuviesen recolectando fondos para alguna cosa, pero sinceramente lo dudo...

El obsceno espectáculo de ostentación dineril


Pero estoy contenta, no podía irme de Senegal sin haber visto a Youssou N'Dour. Si tengo ocasión de verle en un estadio o así, en plan concierto de verdad, mejor, pero si no, ya le he visto. Lo puedo marcar en la lista de cosas que no puedo quedarme sin hacer en Senegal.

Y aquí os dejo un par de canciones de este artista, Goear gratia, para que lo conozcáis un poco los que no lo conocéis ya:



miércoles, 4 de junio de 2008

Siempre ha sido así...

Hace tiempo, años de hecho, mi amigo Sergio, me envió por correo electrónico una interesante historia que me gustó mucho y me hizo pensar. Hace dos días, en una conversación con Macu y Alberto me acordé de ello y lo busqué para leérselo. Les gustó y me entraron ganas de compartirla también con mis lectores. Así que ahí voy.

En principio se supone que se trata de un experimento real, pero por más que busqué documentación en internet no encontré nada. Encontré la historia mil veces, en muchos idiomas, pero en ningún caso ponía quién había hecho el experimento o dónde, y desde luego no encontré ningún informe formal sobre el mismo. Así que posiblemente no sea rigurosamente cierto. Pero de todas maneras, es verosímil. Si queréis, en lugar de considerarlo una verdad lo podéis considerar una fábula o una parábola.


El experimento empezó encerrando 6 monos en una estancia cerrada, de cuyo techo colgaban un racimo de plátanos, a los que podían llegar por una escalera de tijera. Por supuesto, al ver los plátanos, alguno de los monos se subía a la escalera para intentar cogerlos, y cuando ocurría eso un chorro de agua fría rociaba a sus compañeros. Tras repetirse la circunstancia varias veces, los monos aprendían que si uno se subía a la escalera, los demás sufrían esta desagradable consecuencia y, para evitarlo, se lo impedían, agarrándolo y pegándole, de modo que todos llegaron a aprenderlo y dejaron de intentar subirse. En ese estado de cosas, los experimentadores decidieron dejar de irrigar a los monos que quedasen abajo cuando ocurriese eso. Además, cambiaron a uno de los monos, y el nuevo, al entrar y ver los plátanos colgados del techo, intentó subirse a la escalera para cogerlos. Los demás se lo impidieron apalizándolo en cada intento, hasta que aprendió. Luego sustituyeron a otro, y se repitió la historia, participando en los correctivos del último el que hasta entonces era el nuevo, y que nunca había sido rociado con agua fría. Cuando el segundo sustituido hubo aprendido, sustituyeron a un tercero de los del grupo inicial, quedando así tres que habían sufrido las duchas frías y tres que no; la historia se repitió exactamente igual. Y se volvió a repetir cuando sustituyeron al cuarto, al quinto y, finalmente, al sexto. Al final, ninguno de los monos había sufrido nunca el agua fría, pero todos castigaban cualquier intento de acceso a la escalera con furor. ¿Qué habría contestado uno de estos monos a la pregunta de por qué castigaban al que intentaba subir a la escalera?

Seguramente que siempre había sido así.

Pensad en ello, y el que quiera entender que entienda.