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miércoles, 1 de julio de 2009

Anécdotas en Dakar II: Mujeres y hombres y viceversa

Ya que parece que tiene éxito esto de contar en retrospectiva las cosas más "así" que me pasaron por las Áfricas, hoy hago memoria del éxito incomprensible que tenía entre los senegaleses. Habida cuenta de que en la patria chica no me como un colín, hay dos opciones:

A. Que para ellos soy exótica
B. Los papeles

Igual es que ando acomplejada, pero qué quereis que os diga, estoy convencida de que la correcta es la B. Y entre eso (lo de pensar que sólo les interesaba por el interés, valga la redundancia) y que ni media intención que tenía de liarme (y mucho menos casarme) con un senegalés, me harté a dar calabazas todo el año. Eso sí, mi ego regresó a España de muy buen ver. Que aunque no te creas nada, si mucho te tiran los tejos, algo queda.

Pero bueno, de todo esto, lo más "así" es darte cuenta de lo diferentes que son las culturas. La siguiente conversación (con sus variantes), la debí de tener como mil veces, así exagerando un poco:

Senegalés: "¿Dónde está tu marido?" (dando por sentado que existe, ojo)
Pepa: "No, no tengo marido"
Senegalés muy sorprendido: "¿¿¿Por qué???"
Pepa: O_o

O sea, ¿cómo que por qué? Que no les cabía en la cabeza que una mujer estuviese soltera así porque sí. De esa conversación acababa "siempre" surgiendo, de un modo u otro un "¿quieres uno senegalés?", con mirada pícara para que te dieras cuenta de que tenías un candidato enfrente. Contestar a eso que no, solia llevarte por terrenos cenagosos en los que no entendías por qué tenías que explicar según qué cosas. Así que intentabas meter variaciones en la conversación, decir que tu marido estaba en España, por ejemplo. Aunque raras veces era óbice para un intento de tirada de tejos.

Quien me oiga se creerá que me lo tengo muy creído... pero no, ¿eh? de verdad, creídos ellos, que no entendían que les estuviese dando calabazas una mujer blanca. Bueno, en esta última frase igual sobra lo de "blanca", no sé, la verdad. En Senegal el tema este de la igualdad de sexos está en pañales todavía, y supongo que los hombres estarán poco acostumbrados a las negativas por parte de las mujeres, que son en su mayoría educadas en la idea que su finalidad en la vida es casarse.

Hablando de igualdad de sexos, y así sobre la marcha, me estoy acordando de una conversación con un taxi-man (esos grandes filósofos vayas donde vayas):

Taxi-man: "Y de dónde eres"
Pepa: "De España"
Taxi-man: "Ay, qué bien, España, yo estuve allí un tiempo... hay muchas mujeres, en España"
Pepa: "Bueno, yo creo que habrá las mismas, lo que pasa es que se las ve"
Taxi-man: O_o

La verdad es que a primera vista, un senegalés que llega a Europa tiene que fliparlo un poco, porque por aquí si que es verdad que hay mujeres por todas partes... al menos en comparación. Para mi era chocante no ver ninguna, para ellos será al contrario, claro.

Y bueno, todo esto era para llegar al caso que sigue: en contra de todo pronóstico, llegué a tener un amigo senegalés que no parecía demasiado interesado en casarse conmigo (o que era más listo que el resto y se dio cuenta que con el abordaje frontal no había caso). Es verdad que al principio de conocernos también había tenido que darle nones, pero luego parecía que lo había asumido. A veces venía a hacerme una visitilla por casa, se sentaba, hablabamos un rato, y se iba. Me caía bien, un poco demasiado "beato" (musulmán, claro), pero muy majo. Un día me gustó mucho que me dijera que estaba encantado porque nunca antes en la vida había tenido una amiga mujer, (en el sentido de amistad casta y pura como la que pueden tener dos hombres), que le gustaba eso, que era como su hermana, o incluso hermano. Y asi estaban las cosas. Hasta que faltaban pocos dias para mi regreso a España. Entonces viene un dia a casa, al final del día como de costumbre, y me salta con que se ha dado cuenta de que quiere algo más, que será al hacerse cargo de que me voy o algo, pero que le gusto mucho. Que si se puede quedar a dormir. Así sin más. Yo la verdad es que por dentro flipaba, pero más flipo ahora con la sangre fría que tuve, porque ni se me levantó una ceja. Fui de lo más civilizada y comprensiva: "pero yo no siento lo mismo", "yo lo siento, pero no quiero", y demás variantes de lo mismo. Ésto, en mi casa, que básicamente era mi habitación, o sea, sentados en una cama los dos. Él un negrazo enorme. Menos mal que era un tío civilizado y educado. Pero le costaba entender una negativa. Venga preguntar por qué no. "Pues no sé por qué, pero no, eres amigo y no más". Me llegó incluso a decir que no tenía que tener miedo de él, que si no quería nada, que se daba por contento si podia quedarse a dormir abrazados. Qué bonito, ¿verdad? qué lástima que no me hacia nada de gracia la idea, con la persona adecuada podría ser una idea estupenda. Recuerdo que me dijo que su mujer no estaba en casa, que había ido a casa de la madre, y que para ir a dormir a la casa vacía no le merecía la pena gastar el dinero del autobús. Le ofrecí, como amiga, dormir en "la otra cama" (tenía dos). Pero no quiso, desistió y se acabó marchando todo triste (aparentemente), aunque no enfadado. Honestamente, me dio un poco de pena, pero jo, no podía ser, no me apetecía nada de nada. Y debe de ser que no sé contar muy bien las cosas, porque deberíais estar flipando un poco, como lo estaba yo en el momento, pero me da que no va a ser así, no me ha quedado la historia muy impresionante... Es lo que hay. A ver si la próxima os impacta más (que ya se me ocurrirá algo). Ea.