Pues nada, como la mayoría de gente se fue a pasar las Fiestas a España, me quedé en Dakar bastante solapas. Y encima a la gente que se quedaba y con la que más trato tengo les venían las respectivas partes contratantes y para los días anteriores a las fiestas, el fin de semana, hicieron planes por libre. Tampoco pasó nada, porque resulta que yo estaba medio convaleciente porque me había sentado un poco mal la Tabaski. Así que llegó el día de Nochebuena sin que hubiese hecho otra cosa de especial que dormir y ver capítulos de Prison Break, que estoy enganchadísima ahora mismo.
A primera hora de la tarde, fuimos Lucía la canaria, su "amigo" Isaac, y yo a comprar al mercado del pescado. Compramos thiof (mero, o algo parecido) y sepia, no sin negociar debidamente el precio. Tuvimos un pequeño mal rollo con la que limpiaba el pescado, porque nos liaron para que nos lo limpiase sin decirnos que había que pagarle y tuvimos unos cuantos gritos, y al final le pagamos. Qué cabreo, y qué poca educación tiene alguna gente. En momentos así es cuando echo de menos hablar francés bien, o wolof mejor todavía; le habría dicho que, ya que nos engañan para sacarnos los cuartos, que por lo menos no me taladre el oído, que hable educadamente. A veces me siento muy harta de la gente de aquí, que es que me ven como si fuese un € con patas!
Pero bueno, el caso es que volvimos a casa con nuestra compra maravillosa, una horita de descanso y a cocinar. Me ayudaron los propios "invitados" -pongo las comillas porque aquí lo de invitados es un poco elástico, ya que fue todo a escote-, que fueron llegando progresivamente.
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Como entrantes, teníamos ibéricos y riojita, un verdadero lujazo aquí, traídos directamente de España por Isaac. Lo comimos con delectación, tranquilamente, charlando. De primero, el thiof al horno, y de segundo la sepia guisada con arroz blanco. Quedó todo buenísimo. Nekhna, que se dice en wolof cuando la comida está muy buena. Lo único malo que la sepia nos sobró casi toda, porque ya nos habíamos puesto los botines con el embutido y el pescado. De postre tuvimos un poquito de turrón (que hay que ver lo rico que está cuando no hay el suficiente para que empapice) y una especie de brazo de gitano que es típico aquí que la verdad a mí no me gustó mucho, pero entre el resto tuvo bastante éxito. Y hablar, hablar, reír, hablar, arreglar el mundo... hasta las cuatro de la mañana, en que cada uno se retiró a su casa, y yo me quedé porque estábamos en la mía, a dormir, hasta mañana que es Navidad y comemos en casa de Vicens.
Llegué a casa de Vicens a las dos de la tarde más o menos. Me presentó a sus amigos españoles que estaban de visita, me enseñó la casa, que es enorme, haciendo tiempo mientras que no llegaban los demás. La casa está junto a una playa en la que están atracadas muchas pequeñas embarcaciones de recreo, una ubicación chulísima. En la playa hay mogollón de cangrejos violín, y aves variadas, chulísimas, cuyos nombres desconozco, pero tengo intención de ir cualquier día a pasar la tarde sacándoles fotos. La comida era en el jardín, bajo una caseta de paja. El día estaba soleado y caluroso, parecía más bien la comida de Maruxaina que la de Navidad. El menú, ensaladas de entrante, langostinos de primero y churrasco de plato principal. La verdad es que casi no comí, porque no me sentía del todo bien del estómago, pero estaba todo nekhna también, y no faltaron turrones, piña, café y conversación, conversación, conversación, hasta la caída del sol, que empezó ya a hacer fresquíbilis y nos fuimos despidiendo.
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Y yo también me despido hasta dentro de un par (y quien dice un par dice de dos a quince) de días, que os contaré el Fin de Año. Chao!
2 comentarios:
Qué bien que estuvieras tan acompañada en estas fechas, que siempre se echa más de menos, supongo.
Te leo asiduamente, Pep, aunque no sepas mucho de mi estos días, que estoy un poco liado. Te mando mail en cuanto tenga un rato.
Besos!
Que crack Pepa Hú!! ;)
Feliz Año chiquilla y cuidatenos mucho por aquellas tierras!!
Saludos Chapines (un beso y un abrazo)
Blete
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