Sí, ya lo sé, a vosotros os interesa mi vida, el vil cotilleo, y sin embargo yo me escaqueo y os hablo de leyes y de eclipses... ¿tendré algo que ocultar? Pues no, más quisiera. Pero es que los posts personales me cuestan más, no sé muy bien por qué. Tal vez sea tímida, tal vez sólo perezosa... pero como introducción ya basta.
Pues el fin de semana pasado Monsieur Alberto, mi alma mater y ex-vecino, dio un fiestón en su casa. Sí, ya lo sé, una vez más escribo con retraso, para periodista no valdría, por bien que me esfuerce en escribir. Bueno, a lo que iba. Yo le ayudé un poco con la organización y le hice, a petición, un CD de música española. Lo confieso, echo mucho de menos el INOX y ese era el ambiente que intenté conseguir (hasta metí "Galicia" de Pimpinela; Amparanoia, Amaral, Alaska... e incluso cosas que no empezaban por A, en total 101 canciones, número que salió por perfecto azar, de pop ochentero, rock, rumba, y todo ese palo). No es que haya quedado exacto, pero parece que a la gente en general le gustó. Los franceses puede que se hayan picado un poquito... De todas maneras yo echo mucho de menos la marcha coruñesa, y esto es un llamamiento: os recuerdo a los que os déis por aludidos que estaré ahí el 26 de abril y el 3 de mayo. ¡Quiero que estéis todos! Quiero un filetito de la bombilla, quiero un piruliño, quiero un tequeño, quiero un porrón con cacahuetes, licor café... STOP, me voy por los ramas, ha sido solamente una enajenación transitoria provocada por sobredosis de morriña, nada grave.
Estaba hablando de la fiesta en casa de Alberto. Alberto, te queremos. Alberto es guay. Alberto es ese al que todo el mundo le confía las llaves de casa. Y Alberto es el que hace las famosas fiestas en casa de Alberto. Por lo visto antes eran mucho más frecuentes, pero el ritmo no se puede mantener, ahora dice que quiere hacer una o dos al año. Pero vamos, si son como el otro día bien vale, que también el San Froilán es sólo una vez al año y nadie se queja. Unos 60 invitados, de los que algunos fallaron, otros solo pasaron un ratito y algunos no invitados oficialmente acompañando a otros. Estuvo muy bien, dio para hablar todos con todos, no faltó de nada, y creo que todos nos divertimos. La prueba de ello, que el grueso de la fiesta no se fue hasta cerca de las 7 de la mañana. Y los más melancólicos, los que no queríamos irnos a casa todavía, hicimos un poco el tiempo para que abriese la pastelería de la esquina e ir a desayunar. Desayunamos, y alguno se rindió y volvió a casa. Después de desayunar, sobredesayunamos, es decir, desayunamos otra vez, en otro sitio, otra cosa. Otros pocos cayeron. Quedamos cuatro locos (tres locas y Alberto). Volvimos a su casa, rondaría el mediodía, decidimos que no eran horas de ir a dormir, porque nos despertaríamos cerca de la noche, sin sueño, habríamos perdido por completo el domingo, pasaríamos la noche en blanco e iríamos a trabajar el lunes igualmente cansandos. Así surgió el concepto postfiesta, el domingo en blanco, domingo social de hablar y comer y mantenerse despiertos a la espera de una hora decente para dormir. En casa de Alberto comimos los restos de la fiesta, hablamos, reímos, escuchamos música, merendamos... y yo me fui a las seis de la tarde porque, os lo creáis o no, tenía que ir a hacer una cosa a la oficina. Las otras dos locas y el loco aún quedaban en casa. La verdad es que no sé hasta qué hora se quedaron. Lo que sí sé es que yo al final me acosté a las 11 de la noche y que el lunes me levanté tan cansada como cualquier lunes, pero de mejor humor.
Así que ya lo sabéis, la postfiesta es el remedio a todos los males originados por el exceso de fiesta de los sábados. Seguramente no sea lo más sano del mundo, pero la resaca te la evita, y la desagradable sensación de haber perdido por completo un día de tu vida (que es lo que me ocurre a mí los domingos de resaca) también. ¿No os apetece probarlo en vuestras vidas?
De momento, aquí os dejo, tras una ardua tarea de selección, unas cuantas fotillos de la fiesta. Lo siento, pero de la postfiesta no tengo porque se me acabó la batería de la cámara, pero en el blog de Macu creo que sí hay alguna.
Diego, tío, perdona por poner esta foto, que sales "un poco" mal, pero es que es en la que mejor salgo yo de todo "el carrete", y ya se sabe que le hay que dar prioridad a la prota. A los que no le conocéis, no os dejéis llevar a angaño por la foto: Diego es majete y no es feo. Fue mi compañero de piso durante un par de meses y la verdad que muy bien, no me asustaba si lo encontraba por el pasillo de la casa, como haría si tuviese esta jeta de la foto normalmente.
Voicí foto de varones selectos: el del polo de rayas es el señor anfitrión, Alberto, del que ya he hablado mucho; junto a él, de rojo, Chomin, alias "El fiestas"; de negro, Salim, becario del cuerpo diplomático en la Embajada, y ex-compañero clandestino de piso ; de granate, con la camiseta de MR. T, Edmondo, el italiano luchador; y asomando la cabecita por detrás, el mangante Señor Timor.
Y ya por último, más que nada porque me canso, os presento a las dos locuelas más guapas y más encantadoras al oeste del Nilo, Macu y Lucía. Me quedo sin palabras para hablaros de ellas, porque no me gusta ser sensiblera :-). Lu fue la compañera de piso que me tocó en suerte a nuestra llegada, y ¡qué suerte! es una tía estupenda, buena gente, divertida, razonable... tiene defectos, por supuesto, pero también tiene la grandísima y rara virtud de darse cuenta de ellos y de intentar evitarlos. Se merece un monumento. A Macu la conozco hace menos, pero desde entonces no tengo descanso, es hiperactiva, divertidísima y tambien muy buena gente. Y como sé que lee el blog, ¡le mando un beso!
4 comentarios:
tienes toda la razón!! la próxima vez que, como este sábado, me den las diez de la mañana, no me acuesto y se acabó!!!
Gracias mil por ese beso, Pepiña!!!
Va otro de vuelta.
Macu
Ay que envidia!!! que bien os lo pasais.. Ya no te acuerdad para nada de tus Ciaoamigos.. snif, snif.. snif..
txiqui, yo también soy de ciao! tú quién eres?
pepa, estás bien? dinos algo..
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